En el marco de su 10º aniversario, Los Perros de Pavlov estrenaron “Cadáveres show”, un singular musical performático en el que se filtra, se entrecruza una versión corrompida de la obra poética “Cadáveres” de Néstor Perlóngher. La acción tiene lugar en el campus del Instituto FUCKing (Federación Unidos en Cristo King). Una exclusiva escuela en un presente distópico. En el 5to. año una historia de amor revela un entramado de violencia y muerte. Situaciones cotidianas por las que la gran mayoría de las mujeres pasan de adolescentes y que marcan un mandato, una obligación de seguir siendo parte de un anquilosado sistema patriarcal. En exclusiva para Hamartia compartimos la entrevista que realizamos a la Cía.
– Están cumpliendo 10 años como compañía, ¿qué conservan del comienzo y qué han incorporado a lo largo de estos 10 años de trabajo?
Los Perros de Pavlov Teatro, es una compañía que viene trabajando hace 10 años. Desde el principio conservamos el espíritu de hacer teatro y de ir renovándonos, investigar nuestra propia poética. Cambiamos y reformulamos cuestiones que tienen que ver con la forma de trabajo. Hay un proceso de crecimiento desde el inicio, en la búsqueda del lenguaje propio para contar problemáticas que nos interesen.
– ¿Cómo definirían hoy a la Cía. Los perros de Pavlov, si tuvieran que hacerlo ante un auditorio de espectadores y estudiantes de teatro?
Un grupo en constante movimiento de renovación, con la búsqueda del lenguaje propio, que de por sí cada individuo tiene. Lo interesante del teatro es que uno se imagina con el otro, esa búsqueda es compartida con el grupo de trabajo, ya sea en esta o en las anteriores obras.
Los perros de Pavlov en su formación tiene dos fundadores: Elián López y Ezequiel Bianchi. Según cada espectáculo, entran o salen actores que forman parte exclusivamente del proceso de este, durante ese período forman parte de la compañía. Pero ya hay muchos compañeros, toman diferentes roles, actuando, asistiendo, por lo que tiene que ver con la identificación con el grupo. Vale decir, el que se pone la camiseta nadie dirá que se vaya. Es un grupo siempre abierto a crecer en varios aspectos.
– En varias de sus obras hay una crítica a las instituciones y un posicionamiento político muy marcado. ¿Esto es buscado? ¿A qué lo atribuyen? ¿Tiene que ver con su mirada de lo teatral?
Nosotros siempre hablamos de las cosas que nos conmueven, preocupan y modifican como artistas y personas. El posicionamiento político viene como consecuencia. No nos enmarcamos en eso para escribir una obra. Hablamos desde la experiencia y nuestra posición en el mundo como artistas. De ahí se puede dilucidar de qué lado estamos parados y nuestra opinión sobre el campo teatral, de las poéticas contemporáneas, nuestros pares de grupos, espectáculos y otras generaciones.
Creemos que todo acto teatral es un acto político. No se puede dividir. Pensar una forma de contar es pensar una forma de mundo. Y la generación “millennials” que somos, nos estamos encontrando en nuestra sociedad, nuestro mundo. Eso hace que cada espectáculo sea diferente aunque haya una matriz que nos convoque. Es un desafío hacia nosotros mismos. Mostramos un espejo roto al espectador que viene a vernos, para que se refleje. Y las ideas que podamos llegar a tener, se vayan borrando y limpiando para que quede la actuación, la obra, y el espectador se vea en ella.
– “Cadáveres show” está inspirada en “Cadáveres” de Néstor Perlongher. ¿Cómo llegan a Perlongher y a ese texto?
Néstor Perlongher llega a la obra, por accidente, a Ezequiel lo conmovió siempre, y llevó el poema “Cadáveres”, a un espacio de estudio de la universidad para encarar un primer esbozo de lo que luego se convertiría en “Cadáveres Show”. Es un texto muy sensible, poético y crudo. Muy actual. Un puente interesante fue utilizar este texto, hablar a través de Perlongher, contar lo que nos pasaba en su principio, en la semilla, con la violencia machista. Y luego transmutándose en algo más amplio, la violencia como maquinaria inherente a la condición humana. Presente en todos, en mayor o menor medida. Despertada en algunos de manera brutal, incontrolable e inexplicable. Y reservada en otros por condicionamientos sociales, educación y pasado.
El poema fue escrito en la dictadura; en 1987 publicado. Hay una situación de violencia desde las instituciones hacia los cuerpos de la sociedad. En la construcción misma de la sociedad, hay cadáveres. Nos estamos pareciendo en varios aspectos la época donde el poeta escribió este texto. Y también desde hace tiempo, somos y fuimos criados en el neoliberalismo, hemos visto varios cadáveres. Es esa la primera atracción hacia el texto. Nosotros lo pervertimos. Ezequiel lo dijo, es una perversión, no queremos transportar las imágenes del poema al escenario, ponernos como voceros de Perlongher, sino utilizar ese material y meterlo en una historia canónica, clásica, trágica, shakespeariana, que sucede en un campus estudiantil donde parece que reina el equilibrio, pero detrás de esa máscara se encuentra una violencia, que Perlongher trasluce.
“Cadáveres Show” es la idea alegórica de la muerte física, ideológica, de las libertades, partes de uno mismo como persona. Analizando el presente, parece que cada día nos estuviéramos muriendo un poquito al escuchar, recibir y transitar por esta realidad del 2017 y este gobierno. Trascendiendo los gobiernos hay algo que trabajamos por accidente, en lo grotesco, en este espectáculo y en alguno anterior: la caída de la máscara. En la obra se busca desgarrar la máscara que todos tenemos, para mostrar la piel que escondemos bajo la alfombra. Siempre de una manera poética, con humor, porque creemos que transporta mejor las ideas y emociones. Sacando lo solemne, pero no por eso liviano, la realidad siempre va a ser más pesada de lo que podamos representar en una obra de teatro.
– ¿Cuáles fueron y son los principales desafíos a la hora de llevar el texto a escena?
Nuestro primer desafío fue llevar un texto a escena que no deja atrás a la actuación. Para esto seguimos trabajando que día a día, función a función como un equipo de fútbol que se actualiza en cada partido. Para esto no es inevitable actualizar la puesta y la dramaturgia. Este texto no es construido desde una poética actoral a priori, sino desde varios lugares de la dramaturgia. Tratamos siempre como actores, directos y dramaturgos, que las actuaciones lleven adelante la obra desde lo orgánico, lo propio.
El texto de Perlongher no es solo el único elemento dramatúrgico que compone la obra, sino que también hay un trabajo extenso y delicado de Elián y Ezequiel que enmarca una tragedia moderna/contemporánea, y hacer el puente con el momento en que se escribió ese poema y lo que nos pasa actualmente como artistas, teatristas.
Eso lo encontramos en la puesta que llevó a cabo Ezequiel, una performance, la mal llamada “performance”. Digo “mal llamada” porque todo teatro es de imagen, un teatro de imagen como construcción; o el teatro físico, porque todo teatro también es físico. Nosotros no entendemos bien esa diferencia porque lo vemos inherentes al hecho teatral. La nombramos para que los académicos entiendan qué hacemos. Pero nosotros no es que hacemos cosas diferentes. Incluso, la última obra que hicimos la trabajamos desde un lugar más plástico, aunque también era una construcción más clásica, por lo pronto en la puesta en escena. Trabajamos con estos elementos para romper la estructura teatral y llevar los textos a una escena y ahí encontramos que se puede pervertir, desdibujar, jugar con el material de este, tanto sean nuestros escritos o Perlongher o inclusive Shakespeare. Buscamos esa ruptura, y tiene que ver primero con nosotros mismos, no buscamos impactar a ningún espectador o académico con eso.
Sí, pensamos mucho en el espectador modelo; cómo llevar esta historia; o qué otras cosas pueden ver en el teatro. Vale decir: hay resortes de conflictividad que pone al teatro en ciertas obligaciones que van más allá de qué contar ya que hoy en día la posibilidad de ver un producto audiovisual (Netflix). Entonces una película cuenta mejor una historia; una serie adjunta mejor la empatía que el espectador necesita para seguir un relato. Es por eso que nos preocupamos qué contar, pero nos reparamos en cómo contar siempre pensando en el público. Inclusive estamos tan invadidos por los medios de comunicación masivos que la duración es un tema en lo teatral, y a veces jugamos al límite en nuestros espectáculos ya que duran un poco más de lo habitual.
– Son un elenco muy numeroso que incluye hasta músicos en escena tocando en vivo. ¿Cómo se logra y sostiene eso?
El gran desafío como compañía, es la obra con la que cumplimos 10 años, y es muy complejo tener tantos actores, músicos, asistentes, en un foro como el teatro independiente, que tiene otra dinámica y tiempos que el teatro comercial. No por eso bajamos la vara a cuanto calidad y exigencia, sino que tratamos de buscar la excelencia. Puede gustar más o menos, pero siempre hay una línea que nos traza, que damos todo para que el espectáculo funcione. Y al ser tantas personas muy jóvenes en el elenco, en el cual tocamos un tema que atraviesa a todos y moviliza, el proceso es de constante choque, en el buen sentido, choque con el material, pelea con los directores, con ellos mismos. El material hace confrontar a los actores/actrices con sus peores miedos y miserias. Es difícil hacerse cargo de eso, es una ardua tarea como directores y referentes del grupo hacer que llegue a buen puerto. Por eso trabajamos en equipo, porque creemos que se construye con el otro.
Sobre la idea de incluir músicos, ya se había trabajo con el director musical César Javier Romero. En última instancia se incorporaron dos más, la música en nuestras obras es muy importante, y tenerla en vivo es un gran desafío. Pensando en el teatro independiente, las obras de teatro que uno puede ver en el mal llamado off se acomodan a las posibilidades de dinero y convocatoria, y por diferentes razones poseen poco riesgo. Y esta es una obra que tiene riesgo por muchas partes y es importante sostener el amor hacia el producto.
Son dieciocho personas buscando que esto sea parte de nuestra vida, no como una experiencia personal sino laboral. Y esto confronta con muchos problemas de lo que es el laburo hoy, del teatro independiente y el pluriempleo que los actores tenemos. Porque no es que vivimos de esto, sino que tenemos varios trabajos.
Se hace complejo pero pudimos ver que no es imposible pensar otro tipo de teatro independiente en donde haya la alegría, el amor, el juego, el riesgo y el enojo. Nos alejamos del club de la buena onda que circula como matriz en las redes sociales, en donde uno se acerca a los que piensan igual, comparten las mismas cosas y se escuchan entre ellos nomás. Parafraseando a Alberto Ure, en todos los espectáculos que uno ve, el detrás de escena, el ensayo, también constituyen la obra. Nosotros -como directores- pensamos que es un elemento fundante de lo que se ve en escena y hemos trabajado con estas cuestiones.
– ¿Cómo ven las políticas culturales de la Ciudad para el teatro y las artes escénicas en general?
Con respecto a las políticas culturas y las artes escénicas en general, creemos que estamos en un momento complejo que viene desde hace bastante, los que formamos parte del oficio del arte, históricamente tenemos un lugar relegado, quizás ha ganado un poco de espacio en las últimas décadas, pero sigue siendo un espacio relegado, en el cual si no estás legitimado por el campo teatral o intelectual de Buenos Aires, pareciera ser que no estas haciendo o que tiene menos valor tu trabajo, tu obra, que la del proyecto que cuenta con otros recursos.
Las políticas culturales están en decadencia, en una situación de dilución por el interés por encontrarse con estos materiales. Nos preocupa mucho y por eso elegimos “El Tinglado” como sala. El público que convoca esa sala no es nuestro “público modelo”. Pero ese diálogo nos resulta más que interesante.
Con respecto a las políticas culturales de la ciudad y artes escénicas, sabemos que existen organismos, en la ciudad PROteatro y a nivel nacional el INT, que dan su apoyo, pero siempre desde lo marginal. Decimos marginal porque sabemos que el teatro independiente es el que nos da categoría y visibilidad en el mundo, no es el oficial o comercial el que representa en otras partes del mundo a la Argentina como un gran hacedor de teatro, sino que es el espacio independiente. Pero la construcción de la red teatral nos pone en el bardo, de la periferia, en lo marginal.
Entonces en un país donde las políticas culturales sean fuertes no tendríamos que tener problemas de puestas económicas y de esperar cómo hacer tal cosa. El mismo Estado debería promoverlo; lo hace con un subsidio que a veces llega tarde para recuperar la inversión solamente. Y nada más. El estímulo nace lo la necesidad de hacer y nada más.
– Cómo grupo ¿son parte de alguno de los colectivos que han surgido en los últimos años contra las clausuras y cierres, contra la gestión Lopérfido y por más presupuesto para la Cultura en la Ciudad?
No surgimos del grupo colectivo en contra. Sin embargo, con respecto al ex Ministro de Cultura, la gestión de Lopérfido, estos temas nos tocan, no son ajenos a nosotros. Elegir juntarse con otro, con Ezequiel -que nos conocimos en la universidad- y decir ¿Vamos a hacer una obra? es un hecho político concreto, que rompe las líneas de lo que se espera del actor en general, a la espera de que le llegue un texto. Por suerte en Buenos Aires ha crecido esto y los actores somos más autodidactas y autónomos. Nosotros expandimos las posibilidades escénicas y el Estado no nos acompaña como creemos que debería ser, entonces existe una pelea contra eso. Siempre vamos a estar acompañado a que crezca el presupuesto de la ciudad para la cultura, teatro, y la educación, salud y seguridad. Y vamos a estar en contra de las políticas berretas que atentan a nuestros pueblos y nuestro arte.
Nos duelen los cierres de espacios, las clausuras y la baja de presupuesto a la cultura poniéndola en un lugar menos importante, prescindible, quizás. A nosotros nos parece que un pueblo que no es culto es un pueblo supeditado a no poder pensar, no poder tener análisis y criterio propio. Es un pueblo acarreado por los medios de comunicación, por los verdaderos poderes, por opiniones ajenas y extranjeras.
El peligro para algunos gobiernos, es que cuanto más sabe uno porque se interesó e investigó, es menos “carne de cañón”, para los que ven a la Ciudad o Nación más como una empresa.
Cerrar un espacio donde van a estar actuando o viendo teatro, es cerrar el encuentro con el otro. Y en ese encuentro, que pasa por los cuerpos, uno puede pensarse más allá de lo cotidiano. En algunos aspectos eso puede ser contraproducente para algunos gobiernos y sus proyectos económicos y políticos.
Para cerrar, estamos muy contentos con el proceso que estamos haciendo con el proyecto que encaramos, “Cadáveres show”. Muy agradecidos con el trabajo de los actores y las actrices que dejan su cuerpo y su energía, toda su capacidad en escena; del equipo de dirección dónde Liliam Zarreth es un ancla en esta obra; de los músicos que son profesionales y excelentes compañeros. Contentos de que se produzca el choque. A nosotros nos interesa la confrontación en el buen sentido, que se deje todo en el escenario y después nos reclamen por más o por menos. Y eso mismo pedimos al público, que nos confronten. No pedimos un aplauso cerrado y tranquilo, buscamos un aplauso que venga de la conmoción, sea para el lado que caiga al tómbola.
FICHA ARTÍSTICO-TÉCNICA:
Dramaturgia: Ezequiel Bianchi – Elián López
Actúan: Camila Bastida, Lucia Cisneros, Clara Ferrer Diez, Candela González Tonon, Sofía Kali, María Agustina Mirás, Enzo Cejas, Facundo Cohen, Agustín Chenaut, Ignacio Mamonde, Nicanor Ochoa y Juan Ignacio Piasentini
Músicos: Chino Sircman, Ramón Espinosa y Cesar Javier Romero. /Música original: César Javier Romero / Audiovisuales: Ezequiel Bianchi, Leandro Irión y Elián López.
Diseño gráfico: Francisco Hnilo; Prensa & difusión: Simkin & Franco
Producción Musical: Camila Bastida, Ezequiel Bianchi, Cesar Javier Romero y Santiago Mirás/ Producción ejecutiva: Camila Bastida, Lucia Cisneros y Clara Ferrer Diez. / Producción general: Los Perros De Pavlov.
Supervisión dramatúrgica: Martin Salazar / Supervisión de Arte: Ariel Del Mastro /Diseño de Luces: Ezequiel Bianchi / Diseño de Sonido: Matías “Naipe” Noguera / Diseño de Multimedia: Ezequiel Bianchi / Producción y Dirección Musical: Ezequiel Bianchi y Cesar Javier Romero / Dirección de actores: Elián López /Asistencia de dirección y Stage Manager: Liliam Zarreth/
Dirección General: Ezequiel Bianchi.
INFORMACIÓN:
Funciones: miércoles 20 hs
Teatro: Tinglado
Dirección: Mario Bravo 948, CABA
Entradas: $300. Estud y Jub $250
Club La Nación/ Clientes Cablevision y Club 365 2 x 1
Informes y reservas: 4863-1188
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